sábado, 3 de diciembre de 2011

La Percanta.


Muerto pero mío. Todas lo deseaban con locura, sí, pero él no se dejaba seducir por cuerpazos voluptuosos. Allá donde fuese lo seguían mil pretendientes, lanzándole insinuaciones lascivas. Yo en cambio me mostraba distante y misteriosa, nunca intenté provocarlo y aguardaba mi oportunidad en la sombra. Quizás por eso se me acercó el día en que ya no pudo más, confiando en que sería diferente a con el resto. Me mostré muy complaciente, dejándolo disfrutar de mí, hasta que sentí un poderoso espasmo recorrerlo y su simiente que me inundaba. Entonces empecé a devorarlo por la cabeza, como haría cualquier mantis bien educada.

3 comentarios:

Paco dijo...

La verdad es que estos bicho me dan cierto repelus...


saludos

alfonso dijo...


· Buena foto, la justa para ilustrar un relato tan bueno. En fin, habrá que tener cuidado con las otras mantis...

· bSoS

CR & LMA
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Bernardo L. de la Cruz dijo...

¡Vaya... y parecía tan modosita!
Si yo fuera Mantis religioso (que no sé lo primero; pero de lo segundo ¡ná!), iría de ligue con casco.